viernes, 20 de marzo de 2009

Revolución


Alguna vez se han preguntado cuál es la finalidad de las contraculturas y en general, de todos los movimientos sociales que dan culto a la indumentaria pre-definida?
Llegué a la siguiente conclusión: El joven promedio suele tener frustraciones de todo tipo que es incapaz de comprender y por tanto de solucionar, esto debido a que fué educado para reaccionar a su entorno, y no para indagar en él.
Entonces tenemos ya dos factores que serán la fórmula exacta para que nuestro joven promedio obedezca a la vastedad de preceptos sociales disponibles: frustración, y desorientación.

El joven se encuentra entonces en una de las partes más críticas de su existencia y no sabe qué hacer; vacilante y lleno de dudas, da el siguiente paso: busca con quién identificarse.


No es que el identificarse con alguien resuelva el gran misterio de su identidad, aunque sí que le ayuda a sobrellevar la zozobra de su inexistencia. Vive entonces acompañado de un rebaño de rumiantes que sacrificaron las mejores horas de su soledad en pos de obtener autoestima y estabilidad inmediatas.
Una vez aceptado en el clan, el joven se ve obligado a cumplir con las reglas de la manada, y él lo hace gustoso: viste las mismas prendas, habla el mismo idioma, escucha la misma música, tiene las mismas creencias, los mismos gustos, las mismas metas y en resumidas cuentas, su espíritu se alimenta del mismo pasto.

Con el tiempo el joven, hastiado de regurgitar actitudes ajenas, madura y todo el esquema de identidad aprendido lo modifica de acuerdo a su nuevo estilo de vida, permitiéndose de vez en cuando ser el mismo que nunca fué, y que nunca volverá a ser.


El viejo ahora, tiene la conveniente ilusión de haber cambiado, de haber evolucionado, de haber dejado esos caprichos y actitudes nefastas para trascender a la fase de la vejez, donde se volverá cansado e inactivo, y se sumergirá en un mar de recuerdos, puesto que es mejor mirar hacia atrás que encarar el futuro donde le espera el fin, la muerte.

Su yo no morirá con su cuerpo, su yo en realidad nunca nació y nadie lo conoció nunca, tal vez por esa razón haya preferido desde un inicio que alguien más muriera, a que su verdadero yo muriera.